A la llegada
de los conquistadores romanos, Grecia ya había alcanzado el punto m alto de sus
logros culturales e iniciaba la decadencia. Los romanos, entusiasmad por una
cultura muy superior a la suya, empezaron por copiar los modelos griegos de la
arquitectura y escultura. Es así como construyeron templos con columnas
frontis, y también esculpieron retratos realistas al estilo griego.
Incluso la mitología griega se trasladó al mundo romano con
ligeras modificaciones: cambiaron los nombres de los dioses, pero no las
virtudes y poderes que los caracterizaban. Por ejemplo, la diosa Afrodita pasó
en Ruma a llamarse Venus, pe continuó siendo la divinidad del amor y la
belleza; Dionisos, el dios griego del vino y de la fiesta, pasó a llamarse
Baco.
Esta adaptación del mundo griego sirvió como fundamento
para el florecimiento de las formas artísticas de expresión al interior del
imperio.
En cuanto a
la literatura, los romanos se esforzaron por adaptar a su lengua, el latí los
modelos griegos del teatro, la poesía épica y la lírica. Por eso la literatura
romana se considera una prolongación de la griega, pero revitalizada con la
energía y lengua del joven pueblo romano.
La
literatura latina anterior a la conquista de Grecia era bastante rudimentaria.
existían aún los tres géneros literarios clásicos (épica, lírica y teatro) y
consistía en pequeñas composiciones poéticas denominadas carmina que se interpretaban
en los actos públicos y en las ceremonias religiosas.
El natalicio de la literatura latina suele ubicarse en el
año 240 a. de C. Ese año, los magistrados romanos encargaron a Livio Andrónico,
un esclavo griego, que tradujera y adaptara una comedia y una tragedia griegas
para ofrecerlas al pueblo roma no como un espectáculo más de los Juegos
Públicos. El éxito determinó que desde entonces la representación de este tipo
de obras se hiciera habitual.
Pero el teatro romano tenía un objetivo muy diferente al
del teatro griego: no pre tendía la catarsis o purificación de las pasiones,
sino que era un espectáculo más como el circo, cuyo fin era divertir y hacer
reír al público.
Esto se debe
fundamentalmente a que en el alma romana no existía una conciencia clara del
valor ritual que para los griegos tenían las representaciones dramáticas:
puesta en escena de los acontecimientos vividos por los personajes no tenía un
sentido trascendente sino que se contemplaba desde el exterior, sin lograr la
identificación que provocaba la catarsis.
Por eso, los romanos prefirieron la comedia a la tragedia;
y en especial, la representación de las costumbres, situaciones amorosas y de
la vida diaria, con presencia de los "personajes tipo" y que culmina
con un final feliz.
Las comedias latinas adaptaban y mezclaban argumentos,
personajes y situaciones de las comedias griegas. Pero además, los romanos
aportaron innovaciones al teatro, como, por ejemplo, un prólogo donde el autor
resumía el argumento de la obra También redujeron considerablemente el papel del
coro e incrementaron el número de "personajes tipo" iniciados por la
comedia griega.
Los principales comediógrafos
latinos fueron Plauto y Terencio.
A diferencia de la poesía griega,
compuesta para ser recitada o cantada, la romana fue creada para ser leída y
difundida a través de un manuscrito.
La poesía latina vivió sus momentos más
fructíferos y brillantes durante la época del emperador Augusto (de finales del
siglo I a. de C. a principios del siglo I d. de C.). Ello se debió en gran
parte al propio Augusto y también a su ministro Mecenas, quienes dieron
considerable protección a los escritores de la época, tanto épicos como
líricos.
La épica. Las
epopeyas griegas despertaron en los romanos deseos de tener una poesía épica
nacional, que explicara los orígenes de Roma. Entonces Virgilio, poeta romano,
emprendió la tarea de escribir La Eneida. En esta obra se ubican los orígenes
de Roma en el admirado mundo griego.
La lírica. Durante
siglos, los poetas latinos se esforzaron por crear una lengua poética tan rica
y expresiva como el griego; pero sus versos no conseguían la gracia y la
musicalidad de los versos escritos en lengua griega. En la poesía lírica, este
esfuerzo culminó en el siglo I a. de C. con Virgilio y Horacio que, inspirándose
en los poetas griegos, lograron una poesía lírica propiamente latina y de
plenitud.
Las obras de estos poetas son,
hasta hoy, piezas maestras de la literatura universal.
Análisis
1. Lee y luego explica con tus propias palabras la siguiente afirmación
del poeta latino Horacio: Grecia,
conquistada, conquistó a su vez al feroz vencedor e
introdujo las artes en el agreste Lacio.
2. ¿Por qué se afirma que la literatura romana es una continuación de la
griega?
3.
Los romanos asumieron y
adaptaron la cultura griega, incluyendo su mitología. Así, aunque cambiaron los
nombres de los dioses, mantuvieron sus atributos y las relaciones que existían
entre ellos.
Te
presentamos a continuación dos listas: una de dioses griegos y otra de romanos.
En tu cuaderno, y con ayuda de una enciclopedia, relaciona a cada uno de los
dioses griegos con su equivalente en la mitología romana.
Dioses griegos: Zeus, Poseidón, Hefestos, Afrodita, Hera, Ares, Atenea,
Hermes, Artemisa. Dioses romanos: Júpiter, Minerva, Neptuno, Vulcano, Ceres,
Marte, Diana, Mercurio, Juno.
Ahora elige a alguno de estos dioses y prepara una exposición sobre
algún episodio mitológico que se refiera a él.
4.
Responde sobre el teatro
romano:
- ¿Cuáles eran sus características?
- ¿Qué diferencias tenía con el teatro griego? ¿Qué semejanzas?
- ¿Por qué los romanos prefirieron la comedia a la tragedia?
5.
Identifica la opción correcta:
¿Qué circunstancia favoreció el
desarrollo de la poesía latina durante la época de Augusto?
a) La imitación de los modelos griegos.
b) El desarrollo de la lengua latina.
c) La protección de Augusto y su ministro Mecenas.
LA ENEIDA
El fragmento siguiente es uno de los más conocidos del poema. En él se
narra la separación de Dido y Eneas. Para evitar el dolor de la despedida, el
troyano Eneas ha decidido zarpar sin comunicárselo a su amada. Pero ella
descubre los preparativos de la partida y se enfrenta a Eneas, exigiéndole que
permanezca a su lado.
Hacía ya rato que Dido lo miraba de
reojo; lo recorre todo, de pies a cabeza, con sus ojos, en silencio, y,
encendida de ira, le habla así:
-(...) ¿Qué disimulo o qué mayores
ultrajes puedo esperar? ¿Acaso se lamentó de mi llanto?, ¿acaso volvió sus ojos
hacia mí? ¿Acaso, compadecido, ha llorado o se ha dolido por su amante?, ¿puede
haber algo peor? Ya la poderosa Juno y el hijo Saturno y padre de los dioses no
pueden mirar con buenos ojos estas cosas. En nada se puede confiar con
seguridad. Arrojado a la playa, careciendo de todo, yo lo recibí y, en mi
locura, compartí el trono con él; rehíce la flota que habían perdido, salvé a
sus compañeros de la muerte (¡ay!, la ira me pone fuera de mí); ahora los
augurios de Apolo, los oráculos de Licia y Mercurio, el mensajero de los
dioses, enviado por el propio Júpiter; traen a través de los vientos estos
horrendos mandatos. ¡Evidentemente, son las órdenes de los dioses las que crean
esa inquietud que turba su tranquilidad! No te retengo; ve, sigue a Italia bajo
el influjo de los vientos, parte hacia tu nuevo reino a través de los mares. Yo
espero, en verdad, si los justos dioses tienen algún poder, que tú pasarás
todos los suplicios en medio de los escollos y repetirás sin cesar el nombre de
Dido. Ausente, te seguiré, sin embargo, donde quiera que vayas y, cuando la
fría muerte separe mi alma de mis miembros, en todas partes estará mi sombra
ante ti. Serás castigado, malvado. Lo sabré, y esta noticia me llegará hasta el
reino de los muertos.
Después de decir esto, se detiene
de repente y, extenuada, se desvanece, notando que se va alejando de Eneas
hasta no verlo, dejando a éste lleno de temor precisamente cuando tenía que
decir muchas cosas. Las damas la recogen y, desvanecida, la dejan sobre el
lecho.
Pero el
piadoso Eneas, aunque desea suavizar su dolor con palabras de consuelo y alejar
así sus inquietudes y, gimiendo, lleva herida su alma por este grande amor,
obedece, no obstante, el mandato de los dioses y vuelve a la flota. Entonces,
los troyanos se inclinan y lanzan las altas naves al mar. Flotan las quillas
revocadas de pez. Traen de los bosques remos todavía con sus hojas y troncos
aún sin pulir, por el deseo de la fuga rápida. Podríais
verlos correr de la ciudad a la playa saliendo de todas partes, como hormigas
cuando destruyen un gran montón de trigo, acordándose del invierno, para llenar
su hormiguero, y forman un negro ejército para transportar su carga a través de
un estrecho camino abierto entre las hierbas: unas firmes, llevan en sus
hombros los grandes granos, otras rehacen las filas y acosan a las rezagadas;
todo el sendero es un hervidero de trabajo.
Dido, ¿qué pensamiento tenías al
ver tales cosas? ¡Qué lamentos proferías cuando veías desde lo alto de tu
palacio la agitación de la playa y que el ruido del mar se mezclaba con el
griterío! ¡Oh amor desconsiderado, a qué no obligas a los corazones de los
mortales! De nuevo se ve obligada a recurrir a las lágrimas, a probar otra vez
la súplica, para que ella, que ha de morir, no deje nada por intentar, aunque
sea en vano. Y dice Dido así, dirigiéndose a su hermana:
-Ana, ya ves ese afanarse en la
costa, y cómo están llegando de todas partes; la vela llama a los vientos, y
los regocijados marineros han colocado las guirnaldas. Si yo he vivido sabiendo
que llegaría este gran dolor, también, hermana, podré soportarlo. No obstante,
Ana, trata de conseguir esta única cosa para mí, infortunada. (...) Ve,
hermana, y habla suplicante a ese soberbio extranjero. Yo no soy enemiga de los
troyanos. ¿Por qué no permite entonces que mis palabras lleguen a sus duros
oídos? ¿Adonde va? Que conceda esta última gracia a su amante; que espere para
la huida una mejor oportunidad y vientos que le lleven. No pido ya que me siga
queriendo, ni que renuncie al hermoso Lacio y a su reino; pido un poco de
tiempo sin valor; una tregua, un poco de tiempo para calmar mi furor, mientras
que la fortuna me enseña a sufrir. Esta es la última cosa que le pido (compadécete
de tu hermana), y si llega a concedérmela, se la devolveré cumplida con mi
muerte. Con tales palabras suplicaba, y la triste hermana lleva y refiere con
detalles estos lamentos.
Virgilio
Virgilio
El poeta
Virgilio nació en el año 70 a. de C., en una familia de humildes campesinos.
Pasó su infancia en el campo y luego estudió retórica en varias ciudades. Años
después se instaló en Roma, donde vivió bajo la protección de Mecenas, ministro
de Augusto, y del mismo Emperador. Gracias a ello se dedicó enteramente a la
poesía.
De temperamento tímido y melancólico,
Virgilio es conocido como "el cantor de la naturaleza" porque se
inició como escritor con dos importantes obras, Las Bucólicas y Las Geórgicas, en las que
presenta una naturaleza idealizada, donde la vida transcurre en forma
sosegada, suave y apacible.
Sin embargo, también es el cantor de la
patria, ya que su obra más perfecta, La Eneida, vincula el origen
del pueblo romano con el glorioso pasado griego.
La Eneida narra las
aventuras de Eneas (héroe de la guerra de Troya que se narra en La Ilíada) quien, después de
realizar muchas hazañas, se instala en el Lacio, región donde más tarde dará
comienzo a la estirpe romana.
Con La Eneida, Virgilio no sólo
buscaba explicar los orígenes heroicos de Roma, sino también vincular todo su
pasado, sus personajes ilustres y sus in
Aunque la naturaleza creada por Virgilio no
existía en ningún lugar, el valor poético y sugestivo de sus versos no sólo creó un nuevo género lírico
(las églogas o poemas pastoriles) sino que también dio lugar a la aparición de la novela
pastoril, que fue muy cultivada siglos más tarde, en otros períodos de la
historia literaria.
Su refinado
lenguaje y su
exquisita sensibilidad tuvieron gran influencia en
el desarrollo de la poesía latina. Y durante la Edad Media su fama creció:
Dante Alighieri, el gran poeta italiano, lo adoptó como maestro y guía en su
travesía por el Más Allá.
Análisis
1.
Una vez que hayas leído el
fragmento de La Eneida, responde a
las siguientes preguntas:
• ¿En qué estado de ánimo se encuentra Dido? ¿Qué terribles reproches le
hace a Eneas?
• ¿Por qué debe irse Eneas a pesar del amor que siente por Dido?
• ¿Qué mensaje le envía Dido a Eneas, a través de Ana? ¿Qué respuesta
obtuvo Dido?
2. ¿Crees que, en este texto, el amor está presentado como una fuerza
destructiva e irracional? Fundamenta tu respuesta en el texto.
3. Ubica en el texto las tres fases por las que pasó Dido, desesperada por
retener a su amado: el reproche, la maldición, la súplica.
4. Virgilio imita conscientemente a Homero. Esta imitación se da también
en las comparaciones.
•
Lee el texto e indica con qué es
comparado el ejército de los troyanos. Luego explica qué cualidades de los
troyanos se realzan mediante el uso de la comparación.
5. Piensa en Eneas y en otros héroes clásicos (por ejemplo, Odiseo y
Antígona) y responde:
• ¿Qué actitud tienen frente al destino?
¿Cómo se comportan frente al mandato de los dioses?
Oda X
En la
travesía de la vida, querido Licinio, no hay que arrostrar siempre los peligros
de alta mar, ni tampoco por un temor excesivo a temporales, acercarse demasiado
a la costa sembrada de pérfidos escollos.
Aquel que
ama el equilibrio, más precioso que el oro, vive sin inquietudes ni ambiciones;
no habita bajo un tejado roto que cobija la miseria, ni en fastuosos palacios
que son objeto de envidia.
El pino
alto se ve con más frecuencia batido por los vientos; las torres altas caen con
más estrépito de más arriba; los rayos hieren la cumbre de los montes.
El alma
preparada a los golpes de la suerte, en la fortuna o en el infortunio, teme o
espera algún cambio. Júpiter aleja unas veces y otras atrae los sombríos
inviernos.
Si hoy
estamos mal, mañana tal vez no será así y estaremos mejor; no siempre Apolo
tiene tendido su arco terrible; sino que a veces, cogiendo su lira, despierta a
la musa silente.
Sé firme y
animoso en la adversidad; mas si un viento demasiado favorable viene a hinchar
con fuerza tus velas, sé prudente, y date prisa en recogerlas.
Como
es hondo misterio, bella amada,
La suerte que nos tienen reservada
Los altos
dioses conocer no quieras,
Y
ni curiosa,
con febril mirada
Babilónicos números inquieras.
A lo que venga, ¡rostro lisonjero!
Que te dé Jove vida larga o corta,
O que este invierno sea el postrimero
Que el
mar toscano despedac fiero
Contra sombrío peñascal, no importa.
Sé cuerda. Filtra el vino, y sonriendo
Tus largas esperanzas atempera
A lo breve y
mudable de la vida.
Mientras ambos hablamos, acelera
Su curso el tiempo que en
correr se afana.
Aprovecha tu día placentera
Y
no esperes
el día de mañana.
Feliz
aquel que de negocios alejado
Y sin ningún afán, cual los mortales De tiempo ya pasado,
Los campos paternales Con bueyes
propios ara confiado. (...)
Ya
sarmientos crecidos en la era
Al
tronco de los árboles marida,
O
con la podadera
Corta
rama sin vida
Para que otras en el tronco
ingiera.
O a
su grey mugidora ve tranquila Pastar, o junto a claros manantiales, O la miel
que destila
Recoge
de panales
O a enferma oveja, cuidadoso
esquila.
Y cuál goza al coger, la sien ya orlada
De frutas el otoño,
entre albor puro,
Pera que fue injertada,
Y el racimo maduro
Que es púrpura encendida a la
mirada. (...)
O a la hora serena del Poniente
Ve el campo lejos
dilatarse,
en tanto Que rumores de fuente
O de aves dulce canto
Le van trayendo
el sueño blandamente.
O tiende red en matorral tupido
Para el tordo voraz, o ve anhelante
El lazo en que ha caído La liebre o grulla
errante,
De sus ajanes premio merecido.
Pero cuando el invierno en lontananza
Con nieve y lluvia asoma, presuroso
Con su jauría avanza Tras jabalí cerdoso
Y
en trampa
oculta, rápido lo lanza.
¿Quién
del amor así pena enojosa
No aleja?
Y más cuando consorte honrada,
Cual
sabina hacendosa
O
pullesa tostada
Al sol, hogar y prole ve amorosa.
Y
al llegar
el marido fatigado Enciende con premura enjuta leña,
Y
el alegre
ganado Ya recogido,ordeña
Llenas ubres, activa, en el
cercado.
El poeta
latino Horacio vivió entre los años 65 y 8 a. de C. Fue contemporáneo y amigo
de Virgilio. En las vidas de ambos poetas existen muchas coincidencias: su
origen humilde, su educación amplia y esmerada, la protección de Mecenas y la
conciencia de vivir en un momento privilegiado de la historia de Roma, bajo el
esplendor y la paz del gobierno de Augusto.
A diferencia de Virgilio, Horacio no
emprendió grandes empresas literarias pues, para él, el secreto de la felicidad
estuvo en un equilibrio que él denominaba "el dorado término medio",
que consiste en no ambicionar nada excesivamente. Sin embargo, su mérito consiste
precisamente en eso: Horacio tuvo el poder de transformar en poesía una gran
variedad de temas, hasta los más sencillos.
Los preceptos de Horacio han atravesado
los siglos y han llegado hasta nosotros resumidos en la famosa máxima latina carpe diem (que significa
aprovecha el día) y que nos invocan a vivir y aprovechar intensamente el
presente, a disfrutar con alegría cada instante de la vida antes de que ésta
se acabe, y a no preocuparnos demasiado por lo que nos traerá el futuro.
Horacio fue autor de dos libros de poemas
satíricos en los que, con ironía y a veces con dureza, criticó a diversos
personajes de su época, entre ellos a los adúlteros, a los necios y a los
cazadores de herencias.
Sin embargo, la obra cumbre de su poesía
son sus Odas. En ellas,
Horacio recrea temas de tipo amoroso, filosófico y patriótico.
Escribió también Epístolas, cartas
dirigidas a sus amigos pero destinadas a ser leídas por todos.
En toda la obra de Horacio hay
una constante búsqueda de perfección.
La armonía y la elegancia de sus composiciones le han valido ser considerado
un autor clásico; es decir, un modelo de perfección formal para las
generaciones posteriores.
Analisis
1. La antítesis es un recurso literario que consiste en la contraposición
de ideas o palabras de significado opuesto. Horacio la utiliza para reflejar
esos extremos de los cuales debemos alejarnos en nuestras actitudes.
• Lee detenidamente la Oda X e
indica todas las antítesis que encuentres.
2. La Oda XI resume otro
célebre consejo de Horacio: el carpe diem.
•
Explica con tus propias palabras
en qué consiste el consejo del poeta. Luego busca los versos que mejor resuman
esta idea.
3. Lee el poema Feliz aquel...
y responde:
•
¿Qué tipo de persona ensalza el
poeta? ¿Y qué tipo critica?
• ¿A cuál de los dos tipos humanos pertenece Alfio, el usurero?
4. ¿Estás de acuerdo con la manera como Horacio nos aconseja tomar la
vida? ¿Crees que estos preceptos tienen validez en nuestros días? ¿Por qué?
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